¿Cómo puedo saber si mi hijo/a se está sintiendo presionado/a en el fútbol?

El deporte es un escenario perfecto para divertirse, desarrollarse integralmente y crecer de manera saludable. No todos los niños/as se divierten de la misma manera ni con lo mismo, para unos/as la diversión es simplemente ganar, para otros/as es el mejorar cada día aprendiendo cosas nuevas y para otros/as puede ser el hecho de hacer nuevos amigos/as.

La competición requiere de mucho esfuerzo, exige trabajo, constancia, dedicación y compromiso. La manera en la que se transmiten todos estos valores desde el entorno del deportista puede influir en cómo se perciben.

Todos los padres quieren lo mejor para sus hijos/as y en ocasiones lejos de eso en vez de ayudarles llevan a cabo conductas inapropiadas que van desgastando poco a poco la seguridad y confianza de los más pequeños.

¿Qué ganamos con que empiecen a competir con gran exigencia en edades tan tempranas cuando el único objetivo debería ser divertirse? ¿Queremos conseguir que el deporte y la competición se convierta en una obligación estresante?, la propia vida nos hace competir a todos por naturaleza queramos o no, por todo ello dejemos que disfruten con disciplina pero sin exigencias que no les corresponden a su edad.

La presión se convierte en estrés y el estrés es la forma que tiene el cuerpo de reaccionar ante un problema y por tanto prepararse para enfrentarse a una situación difícil. Un poco de estrés, un estrés positivo, puede ayudarte a mantenerte en alerta, te prepara para reaccionar y nos da esa chispa saludable necesaria para rendir.

Cuando el estrés nos inunda entonces nos bloquea y nos asusta porque sufrimos al enfrentarnos a constantes exigencias que percibimos como negativas, aquí es cuando tenemos que evaluar la situación para saber identificar de dónde viene con tanta fuerza.
Algo fundamental en la trayectoria deportiva de los niños/as es el papel que los adultos desempeñan en todo esto y como consecuencia en el modo en que se abordan las situaciones.

Es importante que:

1. Se interesen por sus emociones y sus opiniones, si les escuchamos entenderemos muchas cosas.
2. Observen su comportamiento, sus cambios y sus demandas, detrás de ello hay algo que seguramente no saben expresar.

Podemos observar las siguiente señales:

1.    Se molestan constantemente y con facilidad.
2.     No se divierte ni disfrutan con la práctica deportiva.
3.     Están muy pendientes de los padres durante los partidos, buscando su aprobación constantemente.
4.    No descansan como antes,  se encuentran nerviosos/as.
5.    Les cuesta ir a entrenar incluso pueden plantearse dejar la actividad.
6.    Aparecen quejas constantes y dolores diferentes a la hora de ir a entrenar.
7.    Cometen más errores de los habituales y están más despistados.

Como entrenadores o como padres tenemos que hacer un trabajo personal y valorar si nuestra manera de actuar y de comportarnos en el contexto deportivo puede estar ejerciendo presión en los más pequeños y por tanto pasando factura. Muchas veces nos encontramos que son ellos mismos los que se presionan ya que se exigen mucho, además de querer agradarnos con sus resultados.

La diversión es fundamental y los adultos debemos trabajar para que ésta sea el motor de trabajo, cuando identifiquemos cualquiera de estas señales hay que hablar tranquilamente con ellos para tratar de identificar el origen e intentar buscar otras alternativas o incluso reconducir la situación.

Un niño/a que no se divierte haciendo deporte quiere decirnos algo.

Autora: Lorena Cos (@LorenaCos) Psicóloga deportiva.

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