Efectivamente, los niños también sufren depresión, así lo apunta Silvia Álava Sordo, doctora en Psicología Clínica y de la Salud. «Lo importante es que los padres no banalicen con esta cuestión». No obstante, hay que evitar confusiones porque a veces los niños lo que sufren es tristeza, no depresión.
La tristeza, según esta experta, es una emoción lógica del ser humano que, en mayor o menor medida, se sufre en determinados momentos de la vida. Un niñ@ puede estar triste porque ha perdido la pelota, ha suspendido un examen o por la negativa de sus padres a comprarle una mascota. «En ese caso, se sentirá mal de forma momentánea y los padres lo que deben hacer es ayudarle a identificar esa emoción de tristeza como algo relativamente habitual en la vida y que se puede superar. Lo que no hay que hacer —añade— es evitarle constantemente situaciones que le pongan triste porque llegará un día, cuando sea más mayor, que tenga que enfrentarse a un hecho tal, que no sabrá cómo gestionar sus emociones y frustración, lo que resultara perjudicial para él y muy desconcertante».
La depresión se distingue fundamentalmente de la tristeza en que implica, por lo general, un estado de ánimo muy bajo, falto de energía, con pocas ganas de hacer cosas, con alteraciones del sueño, poco apetito… «Como mínimo —aclara—, un niñ@ debe estar entre 3 y 6 meses en estas condiciones para que un profesional pueda diagnosticar que padece una depresión».
Un equívoco «es cosa de niñ@s, ya se les pasará»
No obstante, esta doctora añade que, en ocasiones, se produce todo lo contrario: que el niñ@ actúa con mala conducta, hace continuas llamadas de atención a sus padres por no saber qué le está pasando, come en abundancia, está irascible, muy nervioso… «La dificultad añadida en los niños es que aún no se conocen a ellos mismos ni son capaces de detectar lo que les está pasando, y menos aún verbalizarlo», explica Silvia Álava.
Las causas de la depresión infantil pueden ser muy variadas. Desde ser víctima de acoso escolar, de abusos sexuales, haber vivido un divorcio mal llevado entre sus padres, ser niño@s no queridos en su familia, falta de apego… «Sin embargo —advierte esta doctora— depende mucho en cada caso de la personalidad del niñ@. No quiere decir que todo menor acosado tenga depresión, lo estará en función de su personalidad y de cómo sepa enfrentarse a cada situación. También es importante tener en cuenta los antecedentes familiares y predisposición de los padres a sufrir depresión o, incluso, alguna enfermedad mental».
Aún así, son pocos los niñ@s que en la edad infantil sufren depresión, es más bien en la edad preadolescente cuando se detectan más casos porque ya son capaces y conscientes de que les está pasando algo que les hace sentir mal.
Esta experta recomienda que, ante la mínima sospecha, los padres se pongan en contacto con los profesores del colegio para tener más datos sobre la conducta de su hijo en el ámbito escolar —si se queda solo en el patio de recreo, si tiene peleas, amigos…— y, de este modo, puedan obtener información de cómo está su hijo en otros entornos. «Con todo ello, se debe acudir al psicólogo, o en su caso psiquiatra, para que le analice y se busque una solución».
Destaca que es muy importante que los padres estén muy atentos siempre a las conductas de sus hijos, a lo que dicen y sienten, y no se dejen llevar por un «es cosa de niñ@s, ya se les pasará». Detectarlo a tiempo y buscar soluciones repercutirá en la calidad de vida de estos niñ@s.
Fuente: www.abc.es
Autora: Silvia Álava Sordo